viernes, 15 de abril de 2011

Viernes de Dolores

Este año ha llegado más tarde, pero ha llegado; Seguro que con más ganas, Aguilar debe estar ya engalanada para estos diez días de esa mezcla de religión y cultura, de tradición y novedades, de fiesta y recogimiento, que como en todo, Aguilar, pone los extremos en juego y los confraternaliza. Ya estoy viendo a la gente subir a la cuesta para esperar que Jesús de la bendición a esta Semana Mayor Aguilarense que empieza. Hay quien sube en familia. Hay quien sube solo. Suben las parejas de novios, los niños con sus grupos de amigos, los abuelos y abuelas, los de derechas y los izquierdas, los que el sábado trabajarán o no, incluso los que creen o no, porque Jesús tiene algo, no se sabe que, si su rostro, su expresión, su sencillez al caminar, al hablarle al corazón que hasta esos que no creen se emocionan, se les eriza el bello y lloran por él como niños. También hay quien ha subido a la misa principal de su Quinario (que además es el de un Cristo Humilde que espera que lo claven en la cruz y de su compañera de viaje de casi toda la vida, su consuelo, su manto negro de lágrimas, el dolor de una madre, la Virgen de la Amargura) a llenar las bancas de la Iglesia Mayor de un pueblo que ama a su Nazareno y le reza cada Viernes del año, sea verano o invierno, llueva o haga un calor extenuante.
Pero hoy es un Viernes especial, cada uno va por un motivo distinto, unos para dar gracias, otros para pedir, otros por penitencia, otros porque viven fuera o siempre han tenido que trabajar y llevan años sin verlo dar la salida a estos días que pasarán volando. Estos días que se pasearán por nuestra memoria de una u otra manera y se grabarán a fuego en el corazón de los aguilarenses para afrontar con más fuerza lo que nos quede que vivir hasta la siguiente Semana Santa.
Hoy la reja de la puerta de la parroquia, la que rodea el Triunfo de la Inmaculada, estará llena de niños colgados de ella, las escaleras de la capilla también, los padres con sus hijos "a cuncurumbillos", las parejas de jóvenes cogidos de la mano vivendo su CARPE DIEM, los matrimonios dándose el uno al otro, los amigos dándose sin pedir nada a cambio,... porque el Viernes de Dolores, a eso de las 10 de la noche, Aguilar está en la Cuesta con su Nazareno, con su guía, con el que quita las penas a un pueblo que este año ha sufrido mucho y que él desde ahí, con su mirada, con su andar pausado, con su bendición nos lo hará mucho más llevadero.

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